Casa natal de Salvador Dalí


Casa natal de Salvador Dalí. Foto: Arxiu Municipal de Figueres

En el despacho de la notaría Dalí, situada en los bajos del edificio donde vivía la familia Dalí, tuvo lugar la primavera de 1925 la primera lectura pública –más allá de lecturas privadas a familiares y amigos– de Mariana Pineda, la primera gran obra teatral de García Lorca, la misma pieza que dos años después estrenaría en Barcelona con decorados de Salvador Dalí.

La notaría Dalí inicialmente estaba ubicada en los bajos de la casa natal aunque posteriormente se trasladó a la finca donde los Dalí instalaron su residencia a partir de 1912; fue allí donde se escucharon los versos intensos de Mariana Pineda leídos por el propio García Lorca. Así lo relata García Lorca a su familia, en una carta escrita desde Cadaqués y fechada el 14 de abril de 1925:


Mañana parto para Figueras donde la gente del Ateneo me dará una comida íntima y daré lectura seguramente de Mariana Pineda que estos viejos republicanos catalanistas me lo han suplicado por carta. A ella asistirá la flor y nata del elemento avanzado e intelectual de Figueras que no tenéis ni idea de lo nutrido que es.

Años después lo recordarían  Anna Maria Dalí y Puig Pujades.

 


De regreso a Figueres, el entusiasmo de mi padre por este amigo, que ya era como de la familia, le hizo reunir a unos cuantos íntimos de casa para que García Lorca leyera ante ellos su obra Mariana Pineda. Todos quedaron maravillados.

«García Lorca»
19 de de setembre de 1936


No olvidaremos tampoco aquella lectura que a la sombra acogedora del amigo Dalí nos hizo García Lorca de su drama –estampas románticas– entonces aún inédito, Mariana Pineda. De su poesía luminosa de imágenes salía aquella dama famosa por su belleza, por sus virtudes, por su espíritu de sacrificio. La gesta de Mariana Pineda quedaba sublimada por el poeta y todo el público veía entre la estampa amarillenta las manos llenas de finura de la heroica dama cometiendo el delito de bordar una bandera para los liberales que luchaban por la Constitución, tarea delicadamente femenina que solo la reacción podía castigar con la más irreparable de las penas.