Rambla de nuevo

Las sardanas eran extraordinariamente populares en los años veinte y la familia Dalí tenía una relación muy especial con la dansa més bella de totes les que es fan i es desfan, “la danza más hermosa de todas las que se hacen y deshacen”, según rezan los hermosos versos de Joan Maragall. El notario Salvador Dalí quiso editar las sardanas de Pep Ventura (1818-1875), el padre de la sardana moderna y no solo eso, sino que la familia guardaba como un tesoro la tenora que perteneció a este músico insigne. La pasión por las sardanas, bailadas intensamente en la Rambla de Figueres, llegó con fuerza hasta Anna Maria y Salvador, quienes a su vez la traspasaron a García Lorca.


La víspera de su marcha le dieron un banquete de despedida, y mi padre hizo tocar sardanas de Pep Ventura en la Rambla, sardanas que a García Lorca, que nunca las había escuchado, le causaron una gran emoción. […] García Lorca y yo paseábamos arriba y abajo por la Rambla, contemplando las sardanas. Un aire cálido, al rozarnos las mejillas, parecía acariciarnos, diciendo que no tardaríamos en volver a encontrarnos en nuestra casita de la orilla del mar para reanudar los días que apenas acabábamos de transcurrir y de los que ya sentíamos nostalgia.